Consideramos cada infancia, y sabemos que hay diversas, que todas ellas portan vivencias y construcciones muy propias, ligadas originalmente a las biografías familiares; es con ellas con quiénes tramamos encuentros, asociándonos en el despliegue de las potencias de cada quien, tramando lazos en el tejido común que es la escena escolar.
Entendemos el aprendizaje como una tarea eminentemente colectiva, un trabajo paciente y dialógico, que encuentra en la escuela coordenadas muy propias e irreemplazables. Es porque amamos el intento por comprender, por explorar, por crear, por saber…. que deseamos enseñar. Nos alimenta el entusiasmo infantil por el conocimiento, por lo enigmático, lo inquietante de sus preguntas, de sus balbuceos lo inacabado en la producción del saber, lo que pide seguir interrogándonos. No hay roles protagónicos, hay tramas colectivas de producción del saber.